La segunda temporada de “Jane, the Virgin” está siendo una
auténtica decepción.
La serie que en su primera temporada nos sorprendió a todos
por su frescura, su humor desenfrenado e incluso su innovación en algunos
aspectos narrativos, se ha transformado en algo pesado, por momentos aburrido y
con situaciones más propias de una serie Disney infantil que de una sátira adulta como
debería ser.
Ni siquiera le salva la suerte mediática que han tenido con
el hecho de que en algunos episodios aparezca la polémica Kate del Castillo
como ex-novia y rival del simpático Rogelio de la Vega.
Lógicamente no tenéis porqué estar de acuerdo conmigo, pero
voy a enumerar algunos de los aspectos que considero que han cambiado y van en
contra de la sensación de espontaneidad y enredo adictivo que tenía la primera
temporada.
Los mensajes en pantalla a modo de apunte o pensamiento de
los protagonistas nunca me gustaron, subrayan lo obvio. Pero teniendo en cuenta
que Jane quiere ser escritora tenían una
cierta razón de ser. En esta segunda temporada son un auténtico coñazo, hay
momentos en que la pantalla se llena de letras hasta el punto de que ni
siquiera da tiempo a leerlo todo. Y da lo mismo, ya que
normalmente no aportan absolutamente nada, excepto retrasar el tempo de lo que
estamos viendo y forzar unas pausas que no necesitamos para nada.
Los líos y giros de guión ya no sorprenden. Son reiterativos
y en algunos casos los malentendidos son más propios de la peor época de “Los
Serrano” que de una serie de éxito mundial.
A muchos de los personajes les han recortado o reconvertido de tan
mala manera que ya no son reconocibles y los nuevos no aportan nada ni tienen un peso específico importante.
Michael, el novio
americano, pasa de policia buena persona a idiota e incluso desaparece en algunos
capítulos. Rafael, el novio/padre latino, era un hombre de negocios, dueño de
hotel, con personalidad e inteligencia empresarial ; ahora es un muñeco en
manos de Jane al que tan pronto vemos enamorado de Petra, saliendo con otra o
volviendo con Jane (a veces todo en el mismo capítulo).
La sexy, alocada y “gran corazón” Xiomara ya no sabemos muy
bien que hace por allí, su presencia cada vez es menor. Al igual que la abuela.
Petra no me merece comentario y sólo el egocéntrico Rogelio
de la Vega sigue manteniendo coherencia y simpatía como personaje, aunque cada
vez le va peor en sus telenovelas con lo cual se rompe su sensación de trivialidad e inocencia ante las realidades de
la vida.
Y por último Jane. La aparición del bebé ha acabado con ella
(y con la serie). Se ha convertido en una madre ñoña, absurda, odiosa en muchos
momentos. Su afán de protección al bebé, sus tonterías llevándolo a clase o
buscándole una cuidadora son tan de manual de comedia romántica de media tarde que te
lleva a pensar si no estarás perdiendo el tiempo viendo algo tan trillado.
En definitiva, la trama, la forma de contar esta historia se
ha metido en un extraño callejón que la ha transformado en lo que siempre quiso
criticar y satirizar.
Se ha convertido en un culebrón mediocre.
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