A pesar de la reticencia inicial que puedas tener a ver un
documental, y más aún un documental sobre una desconocida que por lo visto
tomaba fotos y nunca las revelaba, te lo recomiendo vivamente.
Y no porque esté nominado al Oscar, porque cuando llevas 5/10 minutos te dices a ti mismo ¡Dios,
estoy atrapado!, ¿será verdad todo esto o es un mockumentary diseñado para
tomarme el pelo?
Un joven va a una subasta parecida a las que vemos en
televisión en esa inmensidad de programas dónde unos tipos pujan por basura y
encuentran… basura.
Está haciendo un trabajo de historia y puja por unas cajas
llenas de negativos fotográficos. Pertenecen a una desconocida, Vivian Maier,
una cuidadora de niños que por lo visto dedicaba su tiempo (todo su tiempo) a
hacer fotos. Cuando empieza a mirarlos se da cuenta que puede estar ante el
trabajo de una de las más brillantes fotógrafas del siglo XX.
Y esto precisamente es lo primero que impacta en este
documental, la calidad de las fotografías, la belleza, los retratos de la gente
de Nueva York, los experimentos con la luz, la emoción.
Yo no soy fotógrafo, pero creo que cualquier profesional o
aficionado tiene la obligación de ver este documental, aunque sólo sea por la
cantidad de ideas sobre encuadres, uso de la luz, composición…
En un momento del documental un reconocido galerista de
Nueva York compara las fotos de Vivian Maier con algunas realizadas por los
mejores fotógrafos de la historia. Y os aseguro que no hay gran diferencia.
El acierto del documental está en ir avanzando en la
historia de esta mujer a través de los recuerdos de las personas a las que
cuidó o que la emplearon en sus casas. En descubrir como un talento tan grande
estaba en manos de algún que otro inútil. En vislumbrar su soledad, sus miedos
y su locura.
Y a la vez en quedar asombrados con su capacidad para
retratar toda una vida.
¿Por qué no fue reconocida como la increíble fotógrafa que
fue?
Las comparaciones argumentales con otro de los grandes
documentales de los últimos años (incluso en el título) “Searching for Sugarman” son inevitables. Sixto Rodríguez en el mundo de la música, Vivian Maier en el mundo de
la fotografía como arte. No importa ambas son grandísimas películas.
Al final, personalmente me quedó una pregunta sin respuesta.
¿Cuánto arte, cuántos genios en todos los campos del conocimiento humano tienen
todo su trabajo en los basureros, perdidos para siempre?
O en algún cubículo
esperando a ser descubiertos.
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