Una serie que me ha sorprendido.
La estructura no tiene nada de especial, a través de una joven aprendiz vamos a conocer lo que significa intentar vivir de la música o llegar a ser un componente de una gran orquesta.
¡Y no tiene nada de aburrido!
Me gusta el juego de poder entre los veteranos y los
principiantes, la lucha de egos entre el viejo y el joven Maestro, la cotidianeidad de los problemas laborales, la bíusqueda de fondos, el percusionista
proveedor de medicamentos, de hecho me gustaría saber más sobre algunos otros músicos y sus posibles motivaciones.
Destaca sobre todos, el Maestro.
Rodrigo. Interpretado por
Gael García Bernal que hace una interpretación memorable como genio de la música (Mozart in the jungle)
lleno de inseguridades, capaz de enamorar a cualquiera con sus trucos musicales
pero a la vez siendo humillado (como pocas veces se ha visto, en el último
capítulo) por su gran amor Anna María. Apasionado. Unas veces genial, otras niñato y finalmente uno más ante todos los componentes de la Sinfónica de Nueva York.
La serie está muy cuidada y se nota la mano de dos
productores tan elegantes y cinéfilos como Roman Coppola (hijo de Francis Ford
Coppola) y Jason Schwartzman (sobrino de Coppola) que se reserva el papel del
blogero musical. Por cierto que Roman Coppola además dirige el episodio de la
fiesta de recaudación de fondos en la mansión, que me parece el mejor de toda
la temporada, y dónde se dice una frase que se aplica a la música pero que vale
para todas las disciplinas artísticas del mundo. Es cuando la niña prodigio y
Rodrigo se quedan a solas y él le
pregunta - ¿Qué sientes cuando tocas?
A lo cual ella contesta:
-
Cuando
toco para mi profesor, estoy pensando
que no quiero cometer ningún error, pero cuando estoy en casa y toco para mí misma
no pienso nada… Y cuando he acabado es como despertar de un sueño.
Entonces Rodrigo se da cuenta de que está ante su propio
reflejo, y los espectadores comprendemos lo que es ser un artista y tener un don tan especial como el de la música.
Sin embargo hay algo que no me ha gustado y es la poca
música clásica que podemos escuchar. Y lo considero una cobardía. De hecho no
hay un episodio que realmente tenga música hasta el 6º, con la Obertura 1812 de
Tchaikovsky… ¡y son segundos de gloria!
Porque en el fondo los productores de la serie SABEN que, a
mayor cantidad de música clásica menor audiencia. Y me jode. Porque hay gran
cantidad de obras que harían las delicias de cualquier tipo de público, porque
mucha de la música actual está basada, cuando no literalmente copiada de obras
clásicas. Y creo que es un error no haber sabido jugar la baza de la búsqueda de
esos clásicos.
Por supuesto que hay que tratar temas actuales, ya comprendo
que los componentes de una Sinfónica, son un grupo de personas con problemas y alegrías
que se enamoran, beben, se drogan (jejeje, no se si tanto como da a entender la
serie) y tienen sus aventuras sexuales. Y eso está claro que es mucho más
interesante para el desarrollo de la serie que la música o la preparación de un
concierto en sí, pero creo que eso es lo que la iguala y por tanto no la deja
sobresalir de otras muchas con temática policíaca, grupo de amigos, médicos,
institutos…
Con todo es una de las pocas series que he visto este año en
que al aparecer los títulos de crédito tras el último capítulo he deseado con
pasión (blood) que llegue lo antes posible la segunda temporada.
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