¿Tenemos derecho a quejarnos cuando nos dan lo que habían prometido?.
¡Siempre!. El respetable tiene siempre la razón y en este caso muchos no se sintieron respetados.
¿Porqué?. Los actores nos avisaron, ese es el juego. Manquiña nos previno, nos dijo lo que podía pasar, y aún así aceptamos con risas, sin titubeos.
Si a continuación "mamada" y "lefa" , simples palabras cargadas de poder visual sexual se convierten en las dueñas de la función... ¿Debemos aceptarlo?. No queda más remedio, ¡eso o marcharnos!. O entrar en el juego y reir, reir mucho y sanamente, que los momentos para ello sobran en esta obra Música Ligera, cargada de humor, ironía, mala leche y... ternura.
La historia de un buen cantante perdido y de su manager/amigo que intenta llevarle por el sendero de lo políticamente correcto acaba convertida en una espiral que te sumerge canción a canción en aguas de transgresión.
El espectáculo oscila entre la genialidad y el caos.
Se sostiene por la increíble dicción y el inmenso dominio del escenario que tiene un mayúsculo Manuel Manquiña.
Y por supuesto por la auténtica y desgarrada voz de Tony Lomba, que sorprende y hace creíble su personaje y por tanto toda la función.
El bueno y el malo, cuerdo y loco, Sancho y Quijote, conservador y liberal...
¿Se les va la mano con lo soez y chabacano?. Si, pero es que (casi) todos somos un poco como ellos y a algunos les cuesta más que a otros exteriorizarlo.
Hay un cúmulo de extrañas sensaciones que te recorren cuando asistes a los "desvarios" del personaje de Tony Lomba, y tengo que escribir desde mis sensaciones como hombre. Las letras de sus canciones y gestos te ponen contra la pared, transgreden, molestan si vas acompañado de tu pareja y esto es importante decirlo porque si lo ves sólo o con amigos esa molestia se convierte en divertimento.
¿Qué piensan las mujeres?. Buen debate.
No es la comedia del año, ni un gran musical. Pero aseguran un rato estupendo y divertido.
¿Una clasificación moral?. Volviendo a aquellos años... 4, altamente peligrosa.
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